Nada malo podría pasar viviendo en un universo de paredes de cristal. Juegas con fuego y no te sale mal, te tiras al mar y sabes que no te vas a ahogar. Que la vida es un cuento y el triste final, es para otros, que ya sabrán.
No va conmigo, yo sigo andando con pies de metal, sin cambiar el rumbo, a mí no me perseguirán.
Hasta que llega un día que miras al cielo y cae. Cae un puñetazo universal para sacudir tu consciencia y ponerlo todo patas arriba. Ya no hay cristal, el fuego quema y en el mar noto la sal. La sal del mal, de que ahora si, ahora puedo naufragar.
Despierto y no hay paredes, ni cristal. Solo una escoba y un pequeño desván. Allí guardare los pedazos que cayeron al suelo, que me pinchan los pies haciéndote sentir más vivo, más tú. Allí, entraré de vez en cuando, para saber que ahora, tras el puñetazo solo queda recordar. Que la hostia fue bonita, pero más bonito fue el despertar.
S.
Idiota.